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jueves, 30 de marzo de 2017

Premios de Medicina.

PREMIO NOBEL DE MEDICINA.
El Premio Nobel de Medicina ha sido concedido en 100 ocasiones, siendo un total de 195 los premiados inclusive los Premios Nobel 2009. Ningún premiado se ha llevado el galardón en esta categoría en más de una ocasión. 

Sólo dos españoles han tenido el privilegio de lograr el Premio Nobel de Medicina en las cien veces que se ha entregado el galardón: Santiago Ramón y Cajal lo logró en el año 1906 por sus investigaciones sobre el sistema nervioso y Severo Ochoa, que lo consiguió en el año 1959, ex aqueo con Arthur Kornberg "por su descubrimiento de los mecanismos de la síntesis biológica de los ácidos ribonucleico y desoxirribonucleico". 

¿Cuál es el procedimiento de nominación y selección de los ganadores del Premio Nobel de Medicina?
Es la Asamblea Nobel en el Instituto Karolinska de Estocolmo la encargada de designar los correspondientes Premios Nobel de Medicina entre los candidatos recomendados por el Comité Nobel de Fisiología y Medicina. Este Comité, encargado de hacer la selección final de candidatos se compone de 5 miembros elegidos por un perídodo de tres años según los Estatutos de la Fundación Nobel, además del Secretario de la Asamblea Nobel mencionada, que tiene un total de 50 miembros elegidos por profesores universitarios en materias médicas pertenecientes al Instituto Karolinska

¿A quién puede designar el Comité Nobel de Fisiología y Medicina como candidatos al Premio Nobel de Medicina
En septiembre de cada año el Comité Nobel de Fisiología y Medicina envía invitaciones confidenciales a personas cualificadas en el ámbito de la Fisiología y la Medicina, para que propongan nombres de candidatos para el Premio Nobel de Medicina. Estas personas cualificadas no pueden votarse a sí mismos. Entre estas personas cualificadas se encuentran anteriores galardonados con el Premio Nobel de Medicina, miembros del Instituto Karolinska, miembros de la Real Academia Sueca de las Ciencias, o profesores universitarios en la rama de Fisiología y Medicina de los países escandinavos. Las propuestas de las personas cualificadas deben ser enviadas al Comité Nobel de Medicina antes del 31 de enero del año siguiente. El Comité durante el mes de febrero examinará los nombres propuestos los Premios Nobel de Medicina. Entre los meses de marzo y mayo el Comité Nobel de Medicina consulta con diferentes expertos los nombres de estos candidatos preliminares. El Comité Nobel de Medicina realizará un informe recabando todos los antecedentes y lo remitirá a la Asamblea Nobel. En dicha Asamblea Nobel se debatirá sobre el informe en dos reuniones distintas. A principios de octubre la Asamblea Nobel designará, por mayoría simple de sus miembros, a los ganadores del Premio Nobel de Medicina. Esta decisión es inapelable y se comunica de forma inmediata en todos los medios disponibles. 

Cualquier información relativa a los nominados al Premio Nobel de Medicina ha de permanecer secreta durante 50 años. Esta restricción afecta a todas las personas que han intervenido en el proceso de nominación y selección.
Dotación económica del Premio Nobel de Medicina
Desde el año 2001 la suma que se lleva el ganador del Premio Nobel de Química es de 10 millones de coronas suecas, algo menos de 970.000 euros y algo más de 1.400.000 dólares americanos. 

Archivo histórico de los ganadores del Premio Nobel de Medicina
(no se incluyen los años en que no se entregó el premio)
  • 2014 - John O´Keefe, May-Britt Moser y Eduard I. Moser
  • 2013 - James E. Rothman, Randy w. Scheckman y Thomas C. Südhof
  • 2012 - Sir John B. Gurdon y Shinya Yamanaka
  • 2011 - Ralph M. Steinmann, Bruce A. Beutler y Jules A. Hoffmann
  • 2010 - Robert Edwards
  • 2009 - Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider, Jack W. Szostak
  • 2008 - Harald zur Hausen, Françoise Barré-Sinoussi, Luc Montagnier
  • 2007 - Mario R. Capecchi, Sir Martin J. Evans, Oliver Smithies
  • 2006 - Andrew Z. Fire, Craig C. Mello
  • 2005 - Barry J. Marshall, J. Robin Warren
  • 2004 - Richard Axel, Linda B. Buck
  • Günter Blobel2003 - Paul C. Lauterbur, Sir Peter Mansfield
  • 2002 - Sydney Brenner, H. Robert Horvitz, John E. Sulston
  • 2001 - Leland H. Hartwell, Tim Hunt, Sir Paul Nurse
  • 2000 - Arvid Carlsson, Paul Greengard, Eric R. Kandel
  • 1999 - Günter Blobel
  • 1998 - Robert F. Furchgott, Louis J. Ignarro, Ferid Murad
  • 1997 - Stanley B. Prusiner
  • 1996 - Peter C. Doherty, Rolf M. Zinkernagel
  • 1995 - Edward B. Lewis, Christiane Nüsslein-Volhard, Eric F. Wieschaus
  • 1994 - Alfred G. Gilman, Martin Rodbell
  • 1993 - Richard J. Roberts, Phillip A. Sharp
  • 1992 - Edmond H. Fischer, Edwin G. Krebs
  • 1991 - Erwin Neher, Bert Sakmann
  • 1990 - Joseph E. Murray, E. Donnall Thomas
  • 1989 - J. Michael Bishop, Harold E. Varmus
  • 1988 - Sir James W. Black, Gertrude B. Elion, George H. Hitchings
  • 1987 - Susumu Tonegawa
  • 1986 - Stanley Cohen, Rita Levi-Montalcini
  • 1985 - Michael S. Brown, Joseph L. Goldstein
  • 1984 - Niels K. Jerne, Georges J.F. Köhler, César Milstein
  • 1983 - Barbara McClintock
  • 1982 - Sune K. Bergström, Bengt I. Samuelsson, John R. Vane
  • 1981 - Roger W. Sperry, David H. Hubel, Torsten N. Wiesel
  • 1980 - Baruj Benacerraf, Jean Dausset, George D. Snell
  • 1979 - Allan M. Cormack, Godfrey N. Hounsfield
  • 1978 - Werner Arber, Daniel Nathans, Hamilton O. Smith
  • 1977 - Roger Guillemin, Andrew V. Schally, Rosalyn Yalow
  • 1976 - Baruch S. Blumberg, D. Carleton Gajdusek
  • 1975 - David Baltimore, Renato Dulbecco, Howard M. Temin
  • 1974 - Albert Claude, Christian de Duve, George E. Palade
  • 1973 - Karl von Frisch, Konrad Lorenz, Nikolaas Tinbergen
  • 1972 - Gerald M. Edelman, Rodney R. Porter
  • 1971 - Earl W. Sutherland, Jr.
  • 1970 - Sir Bernard Katz, Ulf von Euler, Julius Axelrod
  • 1969 - Max Delbrück, Alfred D. Hershey, Salvador E. Luria
  • 1968 - Robert W. Holley, H. Gobind Khorana, Marshall W. Nirenberg
  • 1967 - Ragnar Granit, Haldan K. Hartline, George Wald
  • 1966 - Peyton Rous, Charles B. Huggins
  • Severo Ochoa1965 - François Jacob, André Lwoff, Jacques Monod
  • 1964 - Konrad Bloch, Feodor Lynen
  • 1963 - Sir John Eccles, Alan L. Hodgkin, Andrew F. Huxley
  • 1962 - Francis Crick, James Watson, Maurice Wilkins
  • 1961 - Georg von Békésy
  • 1960 - Sir Frank Macfarlane Burnet, Peter Medawar
  • 1959 - Severo Ochoa, Arthur Kornberg
  • 1958 - George Beadle, Edward Tatum, Joshua Lederberg
  • 1957 - Daniel Bovet
  • 1956 - André F. Cournand, Werner Forssmann, Dickinson W. Richards
  • 1955 - Hugo Theorell
  • 1954 - John F. Enders, Thomas H. Weller, Frederick C. Robbins
  • 1953 - Hans Krebs, Fritz Lipmann
  • 1952 - Selman A. Waksman
  • 1951 - Max Theiler
  • 1950 - Edward C. Kendall, Tadeus Reichstein, Philip S. Hench
  • 1949 - Walter Hess, Egas Moniz
  • 1948 - Paul Müller
  • 1947 - Carl Cori, Gerty Cori, Bernardo Houssay
  • 1946 - Hermann J. Muller
  • 1945 - Sir Alexander Fleming, Ernst B. Chain, Sir Howard Florey
  • 1944 - Joseph Erlanger, Herbert S. Gasser
  • 1943 - Henrik Dam, Edward A. Doisy
  • 1939 - Gerhard Domagk
  • 1938 - Corneille Heymans
  • 1937 - Albert Szent-Györgyi
  • 1936 - Sir Henry Dale, Otto Loewi
  • 1935 - Hans Spemann
  • 1934 - George H. Whipple, George R. Minot, William P. Murphy
  • 1933 - Thomas H. Morgan
  • 1932 - Sir Charles Sherrington, Edgar Adrian
  • 1931 - Otto Warburg
  • 1930 - Karl Landsteiner
  • 1929 - Christiaan Eijkman, Sir Frederick Hopkins
  • 1928 - Charles Nicolle
  • 1927 - Julius Wagner-Jauregg
  • 1926 - Johannes Fibiger
  • 1924 - Willem Einthoven
  • 1923 - Frederick G. Banting, John Macleod
  • 1922 - Archibald V. Hill, Otto Meyerhof
  • 1920 - August Krogh
  • 1919 - Jules Bordet
  • 1914 - Robert Bárány
  • 1913 - Charles Richet
  • 1912 - Alexis Carrel
  • 1911 - Allvar Gullstrand
  • 1910 - Albrecht Kossel
  • Santiago Ramón y Cajal1909 - Theodor Kocher
  • 1908 - Ilya Mechnikov, Paul Ehrlich
  • 1907 - Alphonse Laveran
  • 1906 - Camillo Golgi, Santiago Ramón y Cajal
  • 1905 - Robert Koch
  • 1904 - Ivan Pavlov
  • 1903 - Niels Ryberg Finsen
  • 1902 - Ronald Ross
  • 1901 - Emil von Behring

martes, 28 de marzo de 2017

¿QUÉ ESPECIALIDAD MÉDICA ESTUDIO?

¿Cómo escoger una especialidad médica?


1.2.1 La importancia de tu elección


“Hay tres tipos de personas: las que hacen que las cosas sucedan; las que ven cómo las cosas suceden; y las que se preguntan qué ha sucedido”.
La elección de la especialidad por un nuevo médico es importante a muchos niveles. La satisfacción profesional del licenciado y su desempeño profesional se verán afectados por los atributos específicos de su trabajo. Así que antes de hacer las cosas de forma apresurada, considera que la medicina tiene más opciones de práctica que cualquier otra profesión y que muchos de los que se dicen descontentos con la medicina realmente están descontentos con la especialidad que escogieron. Si escoges la especialidad de forma sabia, éste será el primer paso para una carrera exitosa. Por todo esto, todo el tiempo que emplees buscando la plaza que mejor se adapta a ti estará bien invertido.

Los licenciados deberían entender correctamente sus propias necesidades y las características de la especialidad que están considerando.

La realización profesional de un médico se ha relacionado con un entorno adecuado y con la capacidad para conseguir la satisfacción del paciente con su trabajo.
La elección de la especialidad se ha descrito como la sobreimpresión de uno mismo, de sus propias cualidades, con respecto a los atributos de las especialidades consideradas. Estos atributos podrían incluir la personalidad, ingresos, estilo de vida, reto intelectual, orientación tecnológica, habilidad clínica, opciones geográficas y potencial para la investigación o el liderazgo. Al principio, deberás evaluar tus puntos fuertes y débiles, tus necesidades, tus gustos. Después de mirar las especialidades disponibles, podrás hacer una primera elección. Debes de manejar toda la información posible, tanto mediante la lectura y entrevistas como mediante la experiencia. Una vez que hayas pasado esto, tendrás una sensación de alivio y estabilidad, por otro lado, es posible que tengas un cierto grado de ansiedad, no te preocupes, es normal sufrir ansiedad con una decisión importante, se le puede denominar “post-purchase dissonance” (algo así como “incomodidad después de la elección”). Si es mayor de la ansiedad normal, has de reevaluar tu decisión.
Para algunos recién licenciados, las impresiones preexistentes de su preferencia por una especialidad se confirman o se eliminan  cuando adquieren imágenes nuevas o refinadas de la especialidad o descubren algún aspecto que no había sido considerado. Otras personas pueden desarrollar un conocimiento acerca de ellos mismos que no encaja con las preferencias antiguas.
Los licenciados estamos presionados para decidir pronto, justo tras acabar la licenciatura, sin adquirir suficiente experiencia clínica. Además hay que añadir que adivinar cómo tus puntos fuertes y tus necesidades pueden evolucionar a lo largo de una vida es incluso más difícil que la propia elección de la especialidad.
Otros puntos a valorar son las influencias externas que pueden hacer que algunos licenciados, aunque crean que una especialidad es la idónea para ellos, eligen otra debido a barreras prácticas como las preferencias familiares, dinero, su número orden en el MIR, las tendencias del momento, cotilleos, etc.
Además, salvo para los que escogen una carrera docente, la imagen de las especialidades puede estar distorsionada por el filtro de la medicina académica (Universidad). Esto es debido a que muchos profesores y modelos de rol profesional son muy diferentes de sus contrapartidas no académicas. Realmente, las recompensas y la presión son muy diferentes en la enseñanza de la medicina y la práctica de la medicina en la comunidad. Además, la prevalencia y percepción de la patología es distinta en ambos ámbitos, lo que no da una imagen adecuada del trabajo. Por ejemplo un estudiante universitario puede tener la visión errónea del trabajo de un cirujano general si sólo ha visto una parte muy específica y singular, como por ejemplo una unidad de cirugía hepatobiliar centrada en el trasplante hepático.
Por lo tanto, cuando contemplas una opción, familiarízate con las tareas diarias que son parte de ese trabajo y pregúntate si haciéndolas día a día te sentirás feliz. Desgraciadamente, no muchos estudiantes tenemos la oportunidad de experimentar el día a día de todas las especialidades.
Hay evidencias de que una percepción adecuada del estilo de vida y el trabajo de una especialidad puede alterar el número o el tipo de estudiantes que la escogen. Un ejemplo típico ocurre con la Especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, que dependiendo del enfoque recibido por los estudiantes durante su formación, serán más o menos proclives a escogerla cuando sean licenciados.
Las apuestas para acertar al escoger la especialidad adecuada son altas. La frustración y falta de satisfacción son comunes y parecen estar en aumento.  En Estados Unidos, al menos 1 de cada 4 médicos cambian su especialidad o la abandonan en 5 años tras la residencia.
Aproximadamente, un cuarto de licenciados en Estados Unidos cambia su especialidad. Entre los médicos estadounidenses, un 31% podrían “posiblemente”, “probablemente” o “definitivamente” no hacer medicina si se les diese una segunda oportunidad, y un 38% podrían “posiblemente”, “probablemente” o “definitivamente” cambiar su especialidad.
Aunque esto es normalmente atribuido al estrés del trabajo por criterios económicos, al aumento de las posibilidades de demandas judiciales y salarios bajos, es posible que la falta de satisfacción venga también en parte por fallos en la elección de la especialidad, que puede tener su origen en imágenes distorsionadas de las distintas especialidades forjadas en la facultad.
Los licenciados que se enfrentan a estas elecciones pueden beneficiarse, antes de tomar su decisión final, del trabajo con especialistas fuera del ámbito universitario. Los licenciados deberían investigar con mucha dedicación las oportunidades de trabajar en su futura especialidad y las propias facultades y hospitales deberían asistirles en esta tarea.
La investigación en la selección de la especialidad facilita que los opositores tengan la información para tomar la mejor decisión para ellos mismos y para la sociedad. Mientras tanto, puede ser un buen primer paso facilitar a los opositores mejor información para que puedan formar impresiones realistas de su futura carrera profesional.
En estas líneas intentamos aportar la mayor información útil al opositor, teniendo en cuenta que en la elección final de la especialidad lo verdaderamente importante es él mismo.

Motivos para Estudiar Medicina.

(Reasons to Study Medicine) Los motivos para ser médico son más que saber medicina, es un compromiso con la salud de la comunidad, las personas y las familias en sus entornos, y con los valores humanos y profesionales de la medicina (The reasons for to be a doctor are more than know medicine, is a commitment to the health of the community, individuals and families in their environments).

¿Por qué estudio medicina?

En ocasiones las preguntas aparentemente más fáciles resultan, pensándolas bien, las más difíciles de contestar. Son cuestiones que no nos las hacemos pues parece que ya fueron respondidas hace tiempo, o que su respuesta es obvia y clara, de perogrullo; pero parece ser que no al rehacerlas a nosotros mismo. Es entonces momento de replantear las ideas en que vivimos y los principios hacia los que acometemos nuestra actividad diaria.
¿Por qué elegí estudiar medicina? ¿Por qué estudio medicina? ¿Por qué quiero ser médico? Y cuando más adelante seamos residentes nos preguntaremos: ¿por qué soy medico?
- En un principio yo quería ser médico pues mi abuelo paterno era médico general y de pequeño proyectaba mi ilusión a ser como él: simpático, agradable y trabajador. Pero a lo largo de mis estudios de secundaria y bachillerato fui olvidando esta idea. Entonces me gustaban todas las asignaturas, a todas les sacaba provecho e interés si las estudiaba con mucha atención y esfuerzo. Todas las materias aportaban satisfacción cuando se las trataba con paciencia y empeño. Poco a poco, fue aproximándose el momento de decidir qué hacer con mi vida, el momento de decidir a qué me iba a dedicar.
- Tenía muy claro que lo mío era el estudio pues me gustaba aprender y me gustaba saber, se me daba bien y además era una persona trabajadora y responsable. Pero no sabía qué carrera, qué estudios, que profesión.
- Recuerdo que cogí una lista con todas las carreras existentes. Mis preferencias eran que fuese una carrera difícil, pues quería poner altas mis metas, y que tuviese relación con la asignatura que más me gustaba: la biología. Así estaban Farmacia, Fisioterapia, Biología, Bioquímica, Ciencias del Medio Ambiente y Medicina. Me decanté por la última, a ciegas, pese a no saber mucho de la profesión ni de la materia. Tras seis años estudiando la materia me doy cuenta de que elegí correctamente, por dos motivos: por el contenido de los estudios y por la proyección humana que se vislumbra en lo que será mi praxis.
- En los primeros años, mi primera ilusión de estar estudiando la carrera médica fue la adquisición de conocimiento. El saber, es para mí una forma de llenarme y una satisfacción personal. La materia me resulta muy interesante: el cuerpo humano en salud y enfermedad. Pero a medida que iba avanzando el tiempo, me di cuenta de que estudiar era algo limitado, intranscendente, una actividad sin alma, un fenómeno que causaba una actitud egoísta cuando se tomaba como fin. Me di cuenta de que nuestro conocimiento ha de estar enfocado hacia el resto de personas, que sufren dolencias y trastornos de distinto tipo, y es con nuestro saber con que hemos de curar y aliviar a los demás. Es el trato humano en definitiva lo que ha de hacernos médicos, profesionales, y este principio va delante del aprendizaje técnico.
- Poco a poco, ha ido cambiando el objeto de mi estudio: pasar de estudiar para saber y desempeñar un buen ejercicio técnico, a saber para ser capaz un día, de sanar a los enfermos. Expresión de este cambio de actitud para mí ha sido el descarte de las especialidades más deshumanizadas: las cirugías, las especialidades no asistenciales y de laboratorio: anatomía patológica, radiología...
- Yo opto por conocer en profundidad el comportamiento humano y convertirme en capaz de consolar y de entender a los que sufren. Sé que he de aprender mucho pues no soy un comunicador nato como otros compañeros, y que mi personalidad rebosa de limitaciones y desperfectos para tratar a los pacientes como se merecen.
- Pienso que nuestro desarrollo como médicos en el aspecto humano es la herramienta definitiva para comprender la profesión en “completud”[1] y para ser colmados por la felicidad y satisfacción que es arreglar en salud la existencia de muchas personas.
- Ver así la profesión médica, como un ejercicio de diálogo, paciencia y empatía, además de permitirnos conocer el sentido de nuestro trabajo diario nos permitirá realizar éste durante mucho más tiempo y en mejores condiciones, evitando el “Burn out” y el desconsuelo, combatir el cansancio y el desaliento.

En conclusión, anteponer el esfuerzo a entender a los pacientes y mejorar sus vidas, frente a lograr ser los mejores conocedores del saber médico, es una garantía de encontrar el auténtico sentido y trascendencia a la profesión, y es con este fondo y principio de humanismo y bondad con que hemos de estudiar medicina y ejercerla posteriormente nosotros los estudiantes.
Sinefricol

MANDAMIENTOS DE UN BUEN MÉDICO.



  1. Amarás tu consultorio sobre todas las cosas. Si no amas tu idea de negocio puedes darte por vencido. Tu consultorio médico necesita que lo ames para que estés dispuesto a luchar por él.
  2. No considerarás vanas las opiniones de tus pacientes. Solamente ellos pueden decirte qué es lo que quieren y necesitan.
  3. Priorizarás la pasión. Muestra pasión por tu trabajo y contágiala a tu equipo de colaboradores.
  4. Mostrarás disciplina. Para que haya buenos hábitos de trabajo dentro del consultorio médico debe existir disciplina. Ésta es esencial para cambiar la forma de actuar de las personas, así que si te estableces un horario de actividades y/o metas, cúmplelas.
  5. No pensarás igual, romperás las costumbres. Tu consultorio médico necesita estar a la vanguardia para superar a la competencia, así que uno de tus objetivos constantes cebe ser innovar en el mercado sanitario.
  6. No te estancarás. Por razones obvias deberás actualizarte en temas clínicos y administrativos.
  7. No dudarás de la capacidad de tu equipo de colaboradores. Confía en las personas que trabajan contigo, tú las elegiste. Aprende a delegar responsabilidades. Apóyate en su talento para hacer crecer tu consultorio médico.
  8. No robarás contenidos. Como buen médico emprendedor sabes del poder de Internet para mejorar tu imagen y la del consultorio, así que si tienes tu blog y redes sociales, ofrece información de valor, no la copies. Analiza temas y dales tu profesional punto de vista. Al convertirte en experto ganarás prestigio y aumentarás la posibilidad de tener pacientes nuevos en tu consultorio.
  9. No ofrecerás servicio médico cuando esté fuera de tus posibilidades. Por ética profesional el médico debe actuar dentro del marco de sus habilidades, así que cuando juzgues necesario envía a tus pacientes con otros especialistas, ellos se sentirán agradecidos por tu honestidad y sabrán que pueden confiar en ti .
  10. No codiciarás la perfección. Asumir los errores como aprendizaje es clave para el crecimiento del consultorio. Equivocarse es de humanos, así que deja de estigmatizar tus equivocaciones y conviértelas en campo fértil para la innovación.

Medicina Interna.

MEDICINA INTERNA.

DEFINICIÓN
«Medicina Interna es una especialidad médica que se dedica a la atención integral del adulto enfermo, enfocada al diagnóstico y el tratamiento no quirúrgico de las enfermedades que afectan a sus órganos y sistemas internos, y a su prevención».
Esta definición resalta dos características fundamentales: 1° Separa el campo de acción del internista de las otras especialidades clínicas básicas originales: cirugía, obstetricia-ginecología y pediatría; 2° Explicita que la atención del enfermo es integral (en inglés «comprehensive»), lo cual distingue la acción del internista de quienes ejercen las «subespecialidades» o «especialidades derivadas» de la Medicina Interna. El subespecialista tiende a concentrarse en solucionar un problema atingente a su subespecialidad y deriva el paciente a otros médicos para resolver problemas clínicos que considere ajenos a su área de experiencia. En cambio, el internista atiende integralmente al paciente y solicita la ayuda de otros especialistas cuando algún problema clínico alcanza una complejidad diagnóstica o terapéutica que hagan razonable contar con su mayor experiencia, o requiera una tecnología de su dominio.
La Medicina Interna tiene otra característica histórica, no explícita en esta definición, y que la distingue de la Medicina General: intenta incorporar al conocimiento clínico de las enfermedades y a su tratamiento los progresos de las ciencias. Para cumplir con el concepto de «atención integral», a las ciencias biológicas se suman los avances en psicología y en ciencias sociales que contribuyen al propósito integrador.

HISTORIA DE LA MEDICINA INTERNA
A fines del siglo 18 y en la primera mitad del siglo 19 los centros de influencia de la medicina occidental estaban en países europeos. Para la práctica profesional las opciones principales eran la clínica médica y la cirugía, con fronteras bien identificadas. La clínica médica distinguía entre patología interna y patología externa, cuyas fronteras eran más difusas. La enseñanza y la práctica de la clínica médica se aplicaba al diagnóstico de las enfermedades por sus síntomas y signos físicos, más el conocimiento sobre su historia y evolución natural, y los aportes de la anatomía patológica, que había alcanzado la cúspide de su desarrollo. La terapéutica médica era esencialmente empírica. Para aprovechar en beneficio del enfermo este conjunto formado por la semiología, la historia natural de las enfermedades, su anatomía patológica y el tratamiento médico empírico, eran fundamentales la experiencia del médico, su capacidad de observación (el «ojo clínico» mencionado por A. Castiglioni en su Historia de la Medicina)4 y su buen juicio. Ello se reflejaba en los textos y en las revistas médicas, cuyos contenidos eran esencialmente descriptivos. Sobre la naturaleza de las enfermedades, sus causas y fisiopatología, se sabía muy poco. Lo que se decía, hacía, escribía y enseñaba tenían mucha subjetividad y poca ciencia.
En la segunda mitad del siglo 19 progresaron notablemente la bacteriología, la química y la física. Sus descubrimientos empezaron a relacionarse con la clínica médica y nació la medicina experimental, que adoptó el método de las ciencias biológicas. Este proceso cultural causó efectos en Alemania, donde provocó una acción favorable pretendiendo incorporar a la clínica médica las novedades que ofrecían las ciencias para investigar la naturaleza íntima de las enfermedades, adoptar nuevos recursos tecnológicos que facilitaran o precisaran el diagnóstico semiológico, ensayar nuevos tratamientos y juzgar objetivamente los méritos e inconvenientes de los tratamientos antiguos y los nuevos. Entre los cambios que se produjeron, la fisiología y otras ciencias biológicas dieron origen a la fisiopatología. En el ambiente médico germánico nacieron, alrededor de 1880, los términos «Medicina Interna» e «internista». Una reunión realizada en Wiesbaden, en 1882, se denominó por primera vez «Congreso de Medicina Interna» (Tabla 1). Dos años después la revista médica alemana «Boletín de Medicina Clínica» cambió su nombre a «Boletín de Medicina Interna», indicándose como propósito difundir lo que la literatura mundial ofreciera en el campo de la Medicina Interna
Apenas una década después, J. von Merin, autor del primer texto que empleó el título de «Medicina Interna», profetizó el inminente nacimiento de las subespecialidades:
«El territorio de la medicina interna, gracias a la suma de las más variadas disciplinas experimentales, ha alcanzado tal extensión que una sola persona ya no puede abarcar con autoridad todas sus ramas. Sólo el investigador tiene competencia para evaluar críticamente la acumulación sin fin de detalles, de modo de poder ofrecer lo mejor a los estudiantes y a los clínicos».
A comienzos del siglo 20 el concepto de la Medicina Interna se extendió en Europa y de allí al resto del mundo. Aunque el término «Medicina Interna» no se universalizó, fue adoptado en los EE.UU de NA3.
Hasta la Primera Guerra Mundial, las ciencias y la medicina en Norteamérica se nutrieron con conocimientos y tecnología importados de Alemania y Austria y, en menor proporción, de Inglaterra y Francia. El conflicto bélico hizo sentir a los norteamericanos la importancia de hacerse autosuficientes y el desmantelamiento tecnológico de los imperios de Europa Central causaron que el liderazgo científico y médico se trasladara a la ribera occidental del Atlántico Norte, donde alcanzó su cúspide a comienzos de la Segunda Guerra Mundial3.
En Norteamérica el nombre «Medicina Interna» figuró por primera vez en 1906, en el título de un texto con temas de esta especialidad (Tabla 1). En 1908 empezó a publicarse la primera revista dedicada explícitamente a Medicina Interna y veinte años después se fundó la segunda. En 1936 se creó el «Board» o examen nacional para certificar a sus especialistas. Hace poco más de una década, el American College of Physicians adjuntó la aclaratoria de ser la «Sociedad Americana de Medicina Interna» y lo mismo hizo en Chile la Sociedad Médica de Santiago, nombre histórico de la Sociedad Chilena de Medicina Interna.
EL «FENÓMENO OSLER»
La concepción de la Medicina Interna como un ámbito para relacionar los progresos científicos con la clínica médica tradicional fue captada por médicos notables a fines del Siglo 19 y comienzos del siglo 20. Su paradigma fue el Dr. William Osler, nacido en Canadá, prestigiado como clínico y docente en la Universidad McGill de Montreal. Se trasladó a los Estados Unidos donde alcanzó gran prestigio y terminó su carrera profesional en la Universidad de Oxford, Inglaterra, distinguido por la corona británica con el título nobiliario de «Sir».
En 1890, Osler tenía 41 años y era el clínico más destacado en Norteamérica, Profesor de Medicina y Médico Jefe en el Hospital de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore. Le incomodaba la escasez de textos que mostraran la experiencia de los clínicos norteamericanos y criticaba la forma en que estaban organizados los pocos disponibles, porque se basaban en criterios anatomopatológicos para agrupar enfermedades con naturaleza disímil. Además, repetían conocimientos clínicos clásicos sin considerar las novedades que aportaban las revistas científicas. A uno de esos textos le criticó, por ejemplo, el que negaba que la fiebre tifoidea fuera causada por una bacteria lo que, según el autor, era fruto de la imaginación humana. Eberth, en Alemania, había comunicado recientemente el aislamiento de una bacteria distinta al bacilo coli y que cumplía los postulados de Koch para atribuirle causalidad en la fiebre tifoidea. Pero los médicos norteamericanos -salvo Osler y otros pocos- no leían revistas en idioma alemán ni procuraban sus traducciones.
Osler criticaba también la polifarmacia empírica y basaba sus propios tratamientos en las medidas de higiene y confort del paciente y en su alimentación e hidratación adecuadas, tratando de que la naturaleza y la energía vital del paciente fueran la fuente de su mejoría. Por ejemplo, en sus lecciones sobre fiebre tifoidea, el capítulo dedicado al tratamiento empieza así:
«La profesión médica ha demorado demasiado en aprender que la fiebre tifoidea no es una enfermedad que deba tratarse principalmente con drogas. Una enfermería cuidadosa y una dieta controlada son esenciales en la mayoría de los casos»5.
Esto lo escribió décadas antes de que se descubrieran los sulfamidados y luego la cloromicetina. Sin embargo, sería difícil desechar esas enseñanzas, aunque en el curso del siglo 20 se desarrollaron herramientas formidables que han permitido ser más eficientes en la curación y la prevención de las enfermedades.
Estimulado por sus colaboradores y por una gran empresa editorial, Osler escribió su tratado sobre «Los Principios y la Práctica de la Medicina», donde volcó su experiencia y una recopilación del conocimiento clínico, fisiológico y fisiopatológico de su época (Figura 1). En pocos meses fue el texto más popular en Norteamérica y se extendió al mundo. Osler lo actualizó en 7 ediciones, hasta 19096. Después de su muerte, sus discípulos publicaron hasta la edición Nº16, en 1947, traducida al francés, alemán, español y chino. El libro de Osler reflejó la quintaesencia de la Medicina Interna: el conocimiento médico abarca no sólo las características clínicas de las enfermedades sino también su epidemiología y relaciones con la salud pública, incorporándole los descubrimientos atingentes de la medicina experimental, la microbiología, la bioquímica etc.

MEDICINA VASCULAR Y ANGIOLOGÍA.

MEDICINA VASCULAR Y ANGIOLOGÍA

La Medicina vascular es la especialidad médica que se ocupa de la prevención , el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de los pacientes que sufren patologías vasculares, arteriales, venosas , linfáticas o de la microcirculación.
El médico vascular , tiene una formación muy especializada en las exploraciones vasculares funcionales , y entre ellas el manejo del Ecodoppler. Estas exploraciones, no invasivas, son muy esenciales en el diagnostico de las enfermedades vasculares.
En España no existe la especialidad universitaria de Medicina Vascular como en otros países de Europa donde existen una especialidad quirúrgica y una especialidad médica de Medicina vascular. La Medicina vascular agrupa, la patología arterial, la flebología, la lingología y las enfermedades de la microcirculación.

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Especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.

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La especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora tiene dos vertientes: la Cirugía Estética, cuya finalidad es meramente estética o de forma, y la Cirugía Reparadora, cuya finalidad es, además, de función (corrección de malformación congénita, secuelas de traumatismos o tumores, etc.). La primera saca rendimiento de los procedimientos de Cirugía Reparadora aplicados con fines estéticos, siendo, pues, la Cirugía Reparadora el fundamento de la Estética. La especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora está reconocida en todos los países de la Unión Europea. Para su ejercicio en España, requiere que el profesional cuente con la titulación oficial y reconocida por el Ministerio de Sanidad de Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora y esté registrado en un Colegio de Médicos.
Al finalizar la carrera universitaria de seis años y tras un examen de oposición (examen MIR) que implica al menos un año más, el médico necesita un proceso de cinco años como Médico Interno Residente en un hospital acreditado para la obtención del título de Especialista. Tradicionalmente, sólo los mejores números en el examen MIR pueden acceder a formarse como especialistas en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. Conseguir la especialidad es fruto de un largo y exigente periodo de formación y selección de al menos doce años. Los cirujanos que la obtienen siguen formándose y actualizándose durante toda su trayectoria profesional, dada la innovación científica y tecnológica que caracteriza a la especialidad. Y los especialistas que trabajan en el campo de acción en el que han sido oficial y regladamente formados anteponen la seguridad del paciente a sus intereses personales.
La Cirugía Estética y la Cirugía Reparadora están ligadas al cirujano plástico por su definición legal en su título oficial. Es el Real Decreto 139/2003 que regula la formación médica especializada el que determina la denominación de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. De esta forma, los términos “Cirugía Estética” y “Cirugía Reparadora” son indivisibles de los de “Cirugía Plástica” y pertenecen a la misma titulación. La única forma de estar en posesión de la titulación oficial vía MIR de Cirugía Estética o de Cirugía Reparadora es ser especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. Si algún profesional desea ostentar la denominación “Cirugía Estética” o “Cirugía Reparadora” es bienvenido, como cualquier otro, a participar en el examen nacional MIR y acceder a una plaza de formación oficial y reglada.
Pese a que La Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, en su título I, artículo 4, refleja que “el ejercicio de una profesión sanitaria, por cuenta propia o ajena, requerirá la posesión del correspondiente título oficial que habilite expresamente para ello”, muchos médicos se basan en el hecho de estar licenciados en Medicina y Cirugía para sentirse autorizados a realizar cualquier acto médico o quirúrgico, aunque no tengan la formación especializada vía MIR para ello.
La SECPRE vela por los intereses de los pacientes y los profesionales de la Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, potenciando y dignificando la especialidad. Esta Sociedad considera que sólo los médicos que acreditan estar en posesión del título de Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora tienen la suficiente formación profesional para proporcionar al paciente una óptima calidad asistencial. Además, es lógico pensar que sólo los profesionales que tienen su título homologado por las autoridades españolas pueden desarrollar su actividad en España, actuando dentro del marco legal.
Siempre debe confirmarse la titulación del médico que se haga cargo de la salud de un paciente. Los pacientes no deben dejarse confundir con denominaciones sugerentes pero ambiguas. Si un profesional dice ser cirujano plástico, cirujano estético o cirujano reparador pero no posee la titulación oficial homologada por el Ministerio de Sanidad o se muestra reacio a mostrarla, no puede asegurarse que ese profesional sea un Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. No existen en España titulaciones oficiales vía MIR como la de Cirujano Plástico Facial, Cirujano Oculoplástico, Cirujano Plástico Mamario, Cirujano Cosmético, Cirujano Estético (sin estar vinculado a la titulación oficial), Cirujano Dermocosmético, Cirujano Ginecoestético, etc. Sin embargo, es evidente que estos términos pueden inducir a pensar que un profesional es especialista en Cirugía Plástica, Estética o Reparadora. Diversas asociaciones a las que pertenecen médicos especialistas en diferentes áreas quirúrgicas o no quirúrgicas pretenden amparar la actividad de esos profesionales.
La Cirugía Estética no está incluida en el programa de formación oficial de cualquier especialista quirúrgico. Está incluida de forma obligatoria en el programa oficial de la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, según consta en Orden SAS/1257/2010, de 7 de mayo, por la que se aprueba y publica el programa formativo de esta especialidad.
La SECPRE lleva años demandando la creación de un marco legal que proteja la seguridad del paciente desde la normalización de la actividad de los médicos. La realidad que prospera en países como Bélgica, Francia o Dinamarca, e instaurada en muchos otros, regula el ejercicio de la Cirugía Estética, tratando de optimizar la seguridad del paciente. Además, la Cirugía Plástica, Estética y Reparadora tributa el 21% en concepto de Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), dado que, en ocasiones, esta actividad puede no ser considerada una mejora de la salud, sino una actividad exclusiva en el contexto de la Cirugía Estética.
¿De dónde viene entonces tanta titulación? Por una cuestión de economía de palabras, los especialistas en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora suelen acortar la denominación de su titulación oficial cuando se refieren a sí mismos como “cirujanos plásticos” a secas o, en función de las intervenciones que mayoritariamente realicen, “cirujanos reparadores” o “cirujanos estéticos”. Debe quedar claro que todo médico que se autodenomine de cualquiera de esas maneras pero no tenga el título de Médico Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora está distorsionando la realidad, probablemente con la intención de hacerse pasar por lo que no es.
Como decíamos, supuestas especialidades, basadas en la adición de un adjetivo a la palabra “plástica”, como “Cirugía Plástica Facial” o “Cirugía Plástica Capilar”, pueden ser distorsionantes por la sencilla razón de que no existen como tales especialidades en nuestro país. Por ello, la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME) no acepta en su seno a entidades asociativas con denominaciones en esa línea. Es evidente que otras denominaciones ambiguas como “Cirujano Cosmético” no son tampoco acogidas en esa Federación.
Por resumir, ¿cuál es, pues, la diferencia entre un “cirujano plástico”, un “cirujano estético” y un “cirujano reparador”? En función de todo lo dicho, la respuesta sería ninguna, porque todos los profesionales que se refieran a sí mismos con uno o varios de esos términos deberían tener en común un mismo título; insisto: el de Médico Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, que les capacita para realizar intervenciones en las dos vertientes en que se divide la Cirugía Plástica: la Estética y la Reparadora. Así, si un profesional afirma que su titulación oficial reconocida en España es Cirujano Estético, Cirujano Reparador u otra similar y no es Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, está, como ya hemos señalado, faltando a la realidad.
¿Y los “médicos estéticos”? Son profesionales que comparten con los cirujanos plásticos la licenciatura en Medicina, pero no la especialidad quirúrgica vía MIR a la que aludíamos anteriormente. Tras licenciarse o especializarse en cualquier área, se han dedicado a una materia que no tiene regulación específica como especialidad médica en España, pueden ejercer previa colegiación oficial y, en ocasiones, completan su formación con cursos y eventos similares, donde aprenden técnicas y tratamientos médicos -evidentemente, no quirúrgicos- con finalidad estética, entre los que se encuentran los rellenos con ácido hialurónico, la aplicación cosmética de toxina botulínica, la mesoterapia, el láser, la radiofrecuencia, etc. Un profesional médico que se autodenomine médico estético no falta a la realidad ni pretende suplantar una identidad, porque, sencillamente, se dedica a una actividad no recogida al amparo de una especialidad oficial.
La SECPRE tiene, entre sus objetivos, colaborar con los organismos competentes en la materia para establecer los requerimientos mínimos en la asistencia del paciente que precise técnicas de Cirugía Plástica. La normalización de esta actividad mediante una ley eficaz es la única vía para garantizar la seguridad de estos pacientes.